7 mar 2012

Café, lágrimas y el Día de la Mujer



Creo que pensé cerca de 80 formas distintas de empezar el siguiente posteo. Optaré por decir que me hubiera gustado tener unos de esos lentes de sol grandotes para que no se me note tanto los ojos sollozos en las cuadras que separan el Café Arcángel – justo en frente del Círculo – de mi casa.

Sabía que iba a hacer una nota distinta porque no siempre me sonríen de entrada para decirme “Vamos afuera, así me fumo un pucho”.

En todos los ámbitos de la vida en que me desarrollé siempre fui el más distraído del grupo, sea primaria, secundaria o facultad. Cosa que me persigue hasta el día de hoy, siendo un periodista con menos de un año de oficio. Esto quiere decir que a veces  me vuelo en las conferencias de prensa o en las entrevistas y me cabeza hace un link a otro lado, y me quedó ahí, pensando en otra cosa o a la sumo en que preguntar después. Hoy no sería así.  Hoy iba a hacer esos links pero prestando atención a cada palabra, cada gesto y cada detalle.

Mencionamos esa enfermedad que hace poco me sacó al “Flaco”. Ayer lo vi en la tapa de la Rolling Stone y me salió un “Flaquito hermoso” en voz baja con tono de nostalgia. “Spinetta nos hizo a todos seres más bellos y espirituales”, leí hace poco. “Posta”, pensé. El “Flaco” para mí era la banda sonora de las cosas más profundas que me pasaron, y el destino me lo sacó así. Yo quería que viviera 120 años o más. Quería que en caso de tener un hijo, el lo conociera con vida. Con la muerte de Spinetta lloré por segunda vez por la partida de alguien que no conocí personalmente. Hoy son tres.

Después pensé en Fito. Más precisamente en el disco “Ciudad de pobres corazones”. Un disco increíble, que todos se lo elogiaron. Pero Fito no habría querido nunca tener que grabar ese LP. Había mucho dolor ahí.

Sigo. Pienso en Mariana, mi prima. Se nos fue en un accidente de tránsito. Pienso en su madre, mi tía. Se levanta todos los días a pesar de ese dolor que no borra ni el tiempo, ni nada. Se levanta por mi sobrina, su nieta, la hija de Mariana. Mi tía es una grosa ¿De dónde saca esa fuerza? Esa fuerza sólo la tiene una mujer. Mi vieja me dijo una vez, “Por algo son las ‘Madres de Plaza de Mayo’, y no los ‘Padres”. Hay algo que como hombre no voy a comprender – no lo entendió Freud, menos yo que dejé al segundo año de Psicología – pero sí que lo percibo. La relación madre-hija es un vínculo fuertísimo, que vas a más allá de la comprensión terrenal.

Todas estas cosas me pasaron por la cabeza mientras entrevistaba a Graciela Spurio – mismo nombre, misma generación que mi vieja – de la Fundación Virginia Fidelli, la cual lleva el nombre de su hija, quien falleció de cáncer en 2011. Y ahí estaba yo, llorando y de la mano con mi entrevistada. Eso no estaba en el manual de periodismo, pero poco me importaba. ¿Cómo hace  ella para estar ahí, con una energía increíble que me emitió desde que me dijo lo de salir afuera por el pucho? Graciela estaba muy agradecida  por mi emoción, pero ella no quería estar ahí, ni dar entrevistas, ni nada. Ella quería a su hija. Y yo no quería escribir este posteo, porque no estaría ahora tan triste. Pero ahí estábamos, cada uno con su café y nuestra charla en el marco del Día de la Mujer. “Me recordaste porqué quería estudiar y dedicarme a esto”, le dije. Me sonríe. Gracias.

Feliz Día Internacional de la Mujer