30 nov 2011

A la monada, con cariño

Por Juan Manuel Rosas



“Esto lo estoy tocando mañana” anuncia Johny, aquel incomprendido alter ego de Charlie Parker creado por Julio Cortázar en su obra “El perseguidor”. Dicha expresión reflejaba la capacidad del músico por adelantarse en los tiempos de composición e improvisación, de ser un vanguardista en ese mundo complejo que es el jazz. Por suerte no será necesario remitir a la ficción o al pasado para poder experimentar ese “feelin” propio del swing, del bebop o del free jazz; sólo basta con acercarse un miércoles a la esquina de Corrientes y 9 de Julio para presenciar las Jam del Bar “La Chamuyera”. 

Desde hace casi cinco años puede apreciarse un cambio radical en la llamada movida del jazz local - o “la monada” como le dicen afectivamente sus miembros - . A la cada vez más amplia variedad de shows se le agregan la reapertura de espacios culturales como el Teatro Caras y Caretas y la aparición de nuevos sitios como el Resto Bar Euologia o la ya mencionada Chamuyera (todos ellos ofrecen, al menos una vez por semana, conciertos de Jazz). Sin embargo el cambio más profundo puede verse en los mismos músicos que interpretan el género.

Emanuel Marquiore, guitarrista de la Orquesta de Jazz de la Escuela Municipal e integrante de varias agrupaciones, asegura que “hoy en día hay mayor interés por el conocimiento del género, sobre todo en la gente joven”. Entre los factores que impulsan este cambio de aire, el músico rosarino no duda en remarcar “la apertura de un nuevo instituto de Jazz en Buenos Aires, uno de los más importantes en América del Sur, comandada por gente que realmente toca muy bien como lo son Ernesto Jodos, Hernán Merlo, Sergio Verdinelli”.

Emilio Madeo, contrabajista oriundo de San Lorenzo radicado en Rosario, comparte la misma visión de su colega. “Desde hace cuatro o cinco años el marco creció bastante; se debe en parte a que ahora hay mucha más información para poder estudiar. También la llegada de Jodos – quien da clases en la ciudad una vez al mes – fue muy importante para nosotros, nos abrió muchísimo".

Otro dato importante a tener en cuenta es la reciente conexión con músicos de la ciudad de Santa Fe; hecho que refleja una camaradería propia entre los integrantes de la movida. “El jazz tiene como base que es un lenguaje musical, en cual uno se expresa compartiendo con el otro” asegura Marquiore, quien destaca el fuerte compañerismo que se vive en ambas locaciones.

Sumado a todos estos puntos aparece también la presentación local de Cobra, un sistema de improvisación libre a base de un complejo juego de señas -, ideado por el saxofonista norteamericano John Zorn. La misma significó un acontecimiento de verdadera relevancia, no sólo para la escena del jazz sino para el ambiente de la música rosarina en general; la ciudad se impuso como la primera en Latinoamérica en presentar este inusual concierto. La obra se llevó a cabo en el restaurado Caras y Caretas (Corrientes 1518), y contó con la coordinación de Leonardo Piantino, docente de la Escuela Municipal de Música, quien tuvo la oportunidad de aprender las reglas de “Cobra” durante su participación en un taller anual de Jazz y música creativa en Canadá. 


Este conjunto de hechos refleja un poco la alta oferta cultural que desde hace ya un tiempo viene tomando forma en Rosario en materia de Jazz. El problema, por así decirlo quizá radique en la demanda. 


“Hay muchos lugares acá para tocar, incluso comparando con Buenos Aires. Pero quizá no hay aún una gran cantidad de público interesado. Sin embargo si no hay oferta, es decir si nosotros no estamos tocando constantemente, la demanda nunca va a llegar” explica Madeo. “No creo que nadie viva hoy del jazz en la Argentina”, agrega.

Queda en evidencia la necesidad de una mayor intervención por parte de las autoridades municipales. “Creería que cuando haya mayor demanda los organismos estatales, provinciales o municipales se van a interesar más”, afirma el músico. El Festival de Jazz fue quizá una de la cosas que se “se perdió”, ya que su organización pasó a manos de una entidad privada perdiendo así la protección de La Municipalidad.

En el recorrido por lo que es el rico marco del jazz en la ciudad de Rosario está más que a la vista la fuerte y variada oferta que la compone. A la par también se ve una necesidad de incentivar aún más esta movida. La participación directa de los organizamos públicos es siempre bien recibida ya que permite reavivar el interés de ese faltante en la demanda. Quizás así el significado "la Chicago argentina" pueda tomar un nuevo significante.

Ernesto Jodos (Nodo I)

Fuente: Sitio oficial - http://www.ernestojodos.com.ar/


La ciudad de Buenos Aires tiene una larga tradición de Jazz desde los años 50’ .En los años 90’ esta tradición fue renovada por un pequeño grupo de jóvenes músicos, entre los cuales Ernesto Jodos es una de las figuras más visibles y prominentes.

Jodos nació en el año 1973, y comenzó a tocar el piano a los 11 años de edad. A los 16, mientras cursaba aún el colegio secundario, recibió de la mano del vibrafonista Gary Burton una beca para estudiar en el “Berklee College of Music” (Boston,MA), dónde se graduó con honores a los 19 años.

Al regresar a Buenos Aires, se encontró formando parte de un nuevo movimiento dentro del Jazz local. El músico inicia su carrera discográfica a los 22 años con el disco “A pesar del Dialblo”, co-liderado junto al trombonista americano Conrad Herwig, y elcontrabajista argentino Hernán Merlo.



Este eximo pianista figura en más de 40 grabaciones, 11 de ellas como líder. Además ha sido elegido para formar parte de los grupos de varios músicos en sus viajes a Argentina, como lo son Barry Altschul, Chris Cheek, John Hebert, Horacio Fumero, Bily Harper y Ingrid Jensen, entre otros.

Su música está claramente enmarcada dentro de la tradición de Jazz, usando la improvisación como el elemento mas importante, pero también está influenciada por la música clásica y la música argentina (tanto “académica” como “popular”).

Jodos es también el creador y actual coordinador de la Carrera de Jazz del “Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla”, el más importante de la Ciudad de Buenos Aires.


29 nov 2011

El lenguaje musical (Nodo II)

Por Juan Manuel Rosas


“El jazz – la música en general, pero en particular el jazz- es una para mí una especie de presencia continua en lo que yo escribo. Mi trabajo de escritor se da de una manera en la que hay una especia de ritmo, que no tiene nada que ver con la rima o las aliteraciones, sino con una especie de latido o de swing, como le dicen los hombres de jazz. Si ese ritmo no está, es entonces porque lo que estoy escribiendo no sirve, y he de empezar de nuevo” explica Julio Cortázar durante una entrevista para la TV española, circa 1977.

"Esto lo estoy tocando mañana", una colección de distintos ensayos compilados por Pablo Fridman

Cortázar no fue el único escritor en comparar su obra con los ritmos del género que popularizaron Miles Davis y Charlie Parker. El mismo camino transitó el novelista Jack Kerouac – cuya “prosa espontánea” era comparada con el estilo “bebop” en el cual se destacaban Gillespie, Monk y Budd Powell – así como también William Burroughs, Charles Bukowskiy y el poeta Allen Ginsberg.


Estos ejemplos de cómo la música se impone como una forma de lenguaje particular – que incluso traspasa lo instrumental - nos invita a pensarla desde una perspectiva distinta: ¿Por qué hablamos de un 'lenguaje musical' ? ¿Qué elementos de la psiquis de los individuos se ven reflejando en la unión de distintos tonos? ¿Por qué nos identificamos con ciertas melodías?

“La música es un sistema simbólico que puede pensarse como un discurso, un sistema cuyos elementos significantes son los sonidos, ordenado en función de ciertas convenciones. Pero se trata de un discurso diferente al discurso hablado; su sentido es otro que el significado. Podemos afirmar que la música y el lenguaje hablado nacen juntos y, gracias a la primacía del oído, su reino de origen es lo que Lacan denominó lalengua”, sostiene el psicólogo Guido A. Idiart en su trabajo “La música como discurso sin palabras y sus consecuencias en la clínica de la psicosis”.

“En la música existe un ‘dar a escuchar’ que diferencia el ‘oír’ del ‘escuchar’: se trata de atender a lo que esa frase musical le dice al sujeto de sí mismo, muchas veces de un modo profundamente enigmático: ‘Esa obra musical me entristece...’; ‘Esa otra música me transporta...’ (siempre es esa música y no cualquiera). Las posibilidades son infinitas. Lo que el compositor y el intérprete hacen es recortar un poco-de-sonido que se dirige a alguien” explica Pablo Fridman, psicoanalista y músico, en su texto “Psicoanálisis y música”, incluido en el libro “Esto lo estoy tocando mañana. Música y psicoanálisis”.


“Es sorprendente cómo diversas modalidades musicales –desde tenues valses hasta disonantes grupos de free jazz– pueden producir distintos efectos de borrachera sonora. Es conocida la función que han tenido los nigro spirituals para hacer más soportable el trabajo esclavo (función poco edificante pero que no desmiente la belleza de esa música). En todos los casos la música detiene el sentido y lo deja en suspenso, produce un efecto de no-representación. Si la dimensión de la palabra supone ya la imposibilidad de la comunicación sin equívocos, esta imposibilidad adquiere su máximo peso en la música. Justamente se trata de abrir la escucha a esa dimensión de lo inespecífico, de lo que no puede cristalizarse en ninguna significación determinada”, concluye.